viernes, 13 de marzo de 2009

Maria Eugenia

Hola Maria Eugenia, quería escribirte unas palabras, que jamás hubiese pensado que las iba a escribir. Ayer fuí a despedirme di ti al cementerio, ayer 12 de marzo de 2008, y tampoco nunca hubiese imaginado que iba a ir a tu entierro de esa manera. Por lo menos Maria Eugenia, ya que te han quitado la vida tan pronto, puedes irte con la tranquilidad de que te quería muchísima gente, te fuiste muy arropada por tu pueblo, tus compañeros, por tus amigos, y sobre todo por tu familia. Exhaustos como estaban te llevaron hasta el final, hasta la que ahora será tu nueva casa.

Quería decirte, que he sentido mucho tu muerte, sabía que te tenía cariño y aprecio, pero no sabía que tanto, de verdad que me duele en el alma el que te hayas ido. Igual que le tengo cariño y aprecio al Emilio, hacíais una pareja estupenda. Enviale todas las señales que puedas, para que pueda recuperarse pronto de este mazazo.

Ahora intento recordar esos casi tres años que pasamos juntas en el piso, lo disciplinada que eras, lo estudiosa, tu fuerza de voluntad, tus anecdotas de las prácticas en el hospital, las cenas cuando quedábamos todas en el salón, tus madrugones todos los días para estudiar, en fin tantas cosas, tanto que habías luchado, para llegar a ser médico, y ahora un verdugo te ha segado la vida.

Aun recuerdo las palabras que me dijiste en las fiestas de Bullas en la carpa, tus sabias palabras, o cuando nos vimos en el puesto de los churros, con tu hijo; en fin María Eugenia que te puedo decir, que ojala la muerte fuera irreversible, y te pudiese ver por alguna calle de Bullas con tu hijo, y con el Emilio, tan alegres como siempre, preguntándonos por como nos va la vida.

Me acordé de tu cumpleaños, el 5 de marzo, como todos los años, que poco has disfrutado de tus 35 años, no te han dejado. Si te hubiese visto por estos días, te habría felicitado, y tu me habrías dicho como siempre, no se te olvida, pues no, no creo ya que se me olvide, ni el 5 ni el 11.

Ojala que todo esto fuese un sueño, aun hay veces, en el trabajo, que me digo, esto no es verdad, no puede ser, pero desgraciadamente si que lo es, si que te has ido, si que has dejado de vivir, cuatro balazos, son muy dificiles de parar. Nadie se merece este final Maria Eugenia, nadie, pero tu menos, tu no merecias que te arrebatasen la vida así, ni el Emilio, ni tu madre, ni tu hijo.

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